Diciembre 2, 2022

Várices: cómo evitar llegar a una Insuficiencia Venosa Crónica

¿Ha tenido la sensación de que sus piernas se alivian cuando las levanta? ¿O las siente pesadas, hinchadas o con picazón? Estos son algunos de los primeros síntomas de la Insuficiencia Venosa Crónica (IVC), una enfermedad que afecta a 8 de cada 10 personas en el mundo (80% de la población, según la Sociedad Europea de Cirugía Vascular. De ese porcentaje, 64% tiene signos visibles como arañas vasculares, várices o edema al final del día.

Esta enfermedad se produce por el mal funcionamiento de las válvulas de las venas de las piernas, lo que impide que la sangre circule adecuadamente de regreso al corazón. La sangre transporta oxígeno y nutrientes, por lo que su retención va causando daños al organismo. Esto significa que la aparición de arañitas o várices no debe ser considerado un problema estético sino de salud, ya que son lesiones que sin tratamiento pueden evolucionar hacia mayores complicaciones como úlceras que se pueden infectar o coágulos que van a obstruir una vena.

La doctora internista angiologa y miembro del Comité Científico de Sociedad Chilena de Flebología y Linfología (Sochifyl), Eliana Srur, indica que los síntomas de Insuficiencia Venosa se producen por congestión a nivel de tobillos y pantorrillas, al no existir un buen retorno de la sangre por las venas. “Siempre las molestias serán mayores al finalizar el día y proporcional al grado de actividad, el calor y estadías prolongadas de pie o sentado.  Si se amanece con dolor de piernas, eso corresponde a otra patología sin relación con las venas”, aclara.

“Dos de cada diez personas con várices desarrollarán una úlcera venosa, por lo que es fundamental que se pueda tratar a tiempo. Muchos pacientes con úlcera venosa permanecen años con este tipo de lesiones, afectando su calidad de vida y generando altos costos para los servicios de salud”, explica María Fernanda Morales, enfermera especialista en heridas y cuidados de la piel y especialista clínica de JOBST.

Las embarazas, mujeres y hombres sedentarios y viajeros frecuentes son los más afectados. En relación con los factores de riesgo, la genética encabeza la lista. “Es más frecuente en las mujeres por el uso de hormonas (anticonceptivos) y durante el embarazo que se desarrollen los primeros síntomas. Pero al avanzar en edad también afecta a los hombres. Otras causas que inciden en el progreso de esta enfermedad es llevar un estilo de vida sedentario, la obesidad, el consumo de alcohol y cigarrillo” explica María Fernanda Morales.

El género femenino es más propenso a la insuficiencia venosa por la elevación de las hormonas femeninas en pubertad y por el consumo temprano de anticonceptivos. También el uso de tacones por periodos extensos es considerado un factor agravante para el desarrollo de esta afección.

En el caso de las mujeres gestantes, la progresión del embarazo va dificultando el retorno venoso y especialmente a nivel de las venas pelvianas. Es recomendable el uso de compresión elástica desde la semana 20 de gestación como prevención.

La detección temprana y una terapia adecuada mejora la calidad de vida de los pacientes. Cuando se detectan los síntomas es recomendable acudir a un cirujano/a vascular, ya que existen varias alternativas que ayudan a ponerle freno al avance de esta enfermedad, dependiendo del grado de avance.

Las terapias incluyen fármacos flebotónicos que disminuyen el edema y alivian los síntomas. “Este tratamiento ha demostrado tener un efecto muy beneficioso en la pared de las venas, retardando el daño y mejorando las molestias, pero su eficacia requiere tratamiento prolongado, mínimo tres meses, idealmente ingerir con alimentos. Son medicamentos muy seguros, que se usan incluso en el embarazo, no requiere un horario específico, sin interacción con otros tratamientos y prácticamente sin ningún efecto secundario”, indica la doctora Eliana Srur.

También existen la terapia de compresión (medias con elasticidad graduada que ayudan a las venas a realizar su trabajo); procedimientos quirúrgicos y tratamientos complementarios como fisioterapia, drenajes linfáticos, además de medidas generales como elevación de las piernas, entre otros.

¿Qué se puede hacer para prevenir?

  • Hacer actividad física frecuentemente, pero sin impacto. Realizar ejercicios de estiramiento cada hora.
  • Flexionar, extender y rotar los tobillos cada cierto tiempo durante el día.
  • Finalizar la ducha con agua fría en las piernas, para mejorar la circulación al ejercer vasoconstricción en las piernas.
  • Evitar utilizar ropa ajustada.
  • Mantener una alimentación equilibrada baja en sodio y soya, evitar el tabaco y el alcohol.
  • Consumir abundante agua para estar bien hidratada y contribuir a una adecuada circulación (al menos 2 litros al día).
  • Consultar a un cirujano/a vascular si detecta los síntomas mencionados.
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