Hoy en día el pan de masa madre es tendencia a nivel mundial y muchas panaderías están ofreciendo este tipo de pan, incluso algunos supermercados han incorporado este producto dentro de su oferta.
Pero, ¿cómo podemos saber si el pan que estamos comprando es realmente pan de masa madre?
A continuación, Puratos, la marca belga experta en soluciones de panadería, pastelería y chocolatería entrega algunas sugerencias para tener presente a la hora de elegir nuestro pan de masa madre:
Corteza crujiente: El pan de masa madre se caracteriza por tener una corteza crujiente del que se desprende un aroma ahumado y tostado. Es una corteza más gruesa que el pan corriente debido al tiempo de horneado. Si consideramos una pieza de 800 gramos, el tiempo de horneado podría rondar los 50 minutos.
Miga: Generalmente la miga tiende a ser más densa y elástica si se compara, por ejemplo, con la miga de una marraqueta. Por el contrario, si nos encontramos con una miga de textura demasiado gomosa, podríamos encontrarnos con un defecto o un falso pan de masa madre.
Acidez: La acidez debe ser en la justa medida, agradable. Suele existir la idea de que un pan de masa madre es un pan ácido, lo cual no es del todo cierto. Un pan muy ácido podría ser el resultado de un proceso que no fue el correcto.
Los sabores o las notas acidas, pueden ser más lácticas o acéticas, pero en cualquiera de los dos casos, deben ser agradables al comer.
Humedad: Las piezas de pan fermentadas con masa madre tienden a tener migas más húmedas, esto debido al efecto o la gran cantidad de agua que es posible incorporar en el proceso de amasado. Si el horneado de la pieza fue correcto, podremos mantener la humedad correcta en la pieza y con esto prolongar la vida útil de nuestras piezas de pan.
Período de caducidad: Uno de los indicadores más fáciles sobre cómo identificar un pan de masa madre es el corto período de caducidad. Si tiene una vida útil de algunas semanas o incluso meses, no es pan de masa madre. “Para mantener por más tiempo nuestro pan, es ideal que lo rebanemos a medida que lo vayamos consumiendo. Luego, guardarlo en una bolsa de algodón o en una bolsa cubierto con un paño, todo con el objetivo de conservar y mantener su humedad. En caso que no vayamos a comer el pan de una sola vez, se sugiere rebanarlo en tajadas y guardarlo en bolsas de plástico herméticas y llevarlo al congelador”, destaca Rodrigo Olate, manager del Innovation Center de Puratos.
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