Tomar medicamentos siempre será necesario para combatir algún tipo de patología o dolencia temporal. Sin embargo, algunos de ellos pueden generar efectos adversos o reacciones indeseadas en aquellos que los consumen, afectando incluso a nuestra salud bucal. Y aun cuando son efectos de poca gravedad, pueden generar molestias diarias que incidirán en el bienestar del paciente.
“Nuestra salud bucal depende de una buena higiene, una dieta baja en azúcar, una saliva sana y visitas regulares al dentista, pero puede verse afectada por estas circunstancias. Por eso, es importante avisar al dentista de los medicamentos que se estén tomando y considerar si la persona ha notado algún tipo de efecto”, indica Paula Molina, química farmacéutica de Farmacias Ahumada.
Considerando que, según cifras del Ministerio de Salud, el 25% de las listas de espera para atención de especialidades médicas en centros hospitalarios públicos corresponden a atenciones odontológicas, es igualmente gravitante la información que los médicos puedan entregar a sus pacientes sobre las posibles reacciones que estos medicamentos pueden generar, a fin de tomar las medidas o tratamientos adecuados.
La facultativa comenta que uno de los síntomas más habituales es la xerostomía, conocida también como sequedad bucal. El problema con esto es que el biofilm oral (placa bacteriana) puede acumularse en la cavidad bucal y generar más vulnerabilidad ante enfermedades de las encías -como la gingivitis-, caries o mal aliento. “Existen reportados más de 400 medicamentos que pueden producir una disminución en el flujo de saliva; antihistamínicos, analgésicos, diuréticos, antidepresivos y antihipertensivos son algunos de ellos y todos de habitual prescripción”, señala Molina.
Igualmente, algunos jarabes o tabletas, por su contenido alto en azúcar o endulzantes, podrían alterar la composición de la placa dental y el pH de la boca, haciendo al paciente más susceptible de padecer de caries. La química farmacéutica enfatiza que en el caso de estos medicamentos “puede ser particularmente problemático para las personas que siguen terapias a largo plazo y para los niños”, señala.
En el caso de estos últimos, hay que prestar atención al momento en que comienzan a formarse los dientes permanentes -poco después del nacimiento- ya que éstos son más susceptibles a sustancias como la tetraciclina y el flúor. Molina explica que “el primero es un antibiótico de amplio espectro que puede generar un color amarillento en los dientes definitivos y el segundo, cuando está en cantidades excesivas, produciría manchas blancas en éstos. Es lo que se conoce como fluorosis”.
Además, algunos analgésicos, antiinflamatorios y antibióticos como la fenilbutazona, aminopirina, penicilinas sintéticas, dipirona y cloranfenicol, entre otras, pueden crear las condiciones para que algún microorganismo oportunista prolifere excesivamente, convirtiéndose en un patógeno causante de infecciones como la cándida, capaz de producir lesiones en las mucosas orales.
Ahora, los pacientes que toman anticoagulantes o antiplaquetarios deben notificar a su dentista en caso de algún tipo de intervención, ya que éstos no permitirían una rápida coagulación en la sangre lo que podría causar sangrados, no sólo en el lugar de la intervención, sino también de las encías.
Por último, existen medicamentos que pueden alterar el gusto, dejando un sabor metálico o amargo en la boca, cambiando el sabor de los alimentos que se consumen. “Algunos antibióticos, los parches de nicotina, inhaladores respiratorios y ciertos fármacos para regular la presión arterial pueden ser los responsables de estos efectos. Si bien no es un problema grave, sí genera malestar en muchos pacientes”, acota la facultativa.
La última Encuesta Nacional de Salud indica que el 54% de la población tiene una salud bucal regular o mala, mientras que el 52% de los consultados reconocía que hace más de un año no iba al dentista, cifras preocupantes si consideramos que -además- existen medicamentos que pueden afectar la salud oral. “A pesar de que se conoce la importancia de las reacciones o efectos adversos de los medicamentos en la salud bucal, no existen datos fidedignos respecto a la prevalencia o incidencia en la población, por lo que siempre será clave la buena comunicación, tanto con el médico de cabecera como con el dentista, para ajustar dosis o formas de tomar un fármaco en particular”, finaliza Molina
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