Han pasado 13 años desde que la Organización Internacional de Productores de Cacao (ICCO) y la Academia Francesa de los Maestros Chocolateros y Confiteros definiera el 7 de julio como el Día Mundial del Cacao, con el objetivo de destacar sus atributos saludables y los beneficios de su consumo moderado. Su nombre científico Theobroma Cacao, que en griego significa “el alimento de los Dioses”, es una muy buena forma de resumir las bondades de incluirlo en nuestro día a día.
Si bien hoy la mayoría asocia el chocolate, cuya materia prima es el cacao, al continente europeo, lo cierto es que el consumo y cultivo de este fruto se inició en Sudamérica y Centroamérica, donde hace miles de años sus habitantes descubrieron que se podían preparar alimentos a partir de sus granos. De hecho, la leyenda que Quetzalcoatl del mundo azteca narra la historia del dios que trajo a escondidas el cacao desde el mundo divino a la tierra para que los humanos también pudieran disfrutarlo y, como castigo, fue expulsado del paraíso.
Gracias a sus múltiples propiedades, el cacao hoy es ampliamente utilizado en distintas industrias, incluida la cosmética, sin embargo, su foco masivo es la elaboración del irresistible chocolate. “Cuando tiene altos porcentajes de cacao y bajo un consumo moderado, el chocolate es una opción muy favorable desde el punto de vista nutricional, ya que contiene hidratos de carbono, proteínas y además aporta minerales como fósforo, calcio, hierro, así como vitaminas del complejo B, que estimulan la circulación y la transmisión de los impulsos nerviosos. Asimismo, tiene amplios poderes antioxidantes, relacionados con la prevención de la salud cardiovascular”, asegura Ximena Rodríguez, directora de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Bernardo O’Higgins.
Pero no todo es placer en el mundo del cacao, pues su producción, que está concentrada en un 75% en África Occidental, esconde importantes problemas medioambientales, asociados a la deforestación y el uso de agroquímicos, además de injusticias sociales como el trabajo infantil, la desigualdad de género y los bajos ingresos de los agricultores. Así lo indica el último reporte del Barómetro del Cacao, asegurando que “para que el cacao sea realmente sostenible y los hogares que lo cultivan puedan obtener unos ingresos dignos es necesario producir un cambio real”.
Si bien hoy América Latina abarca menos del 20% de la producción mundial, desde la región se está apostando por modificar esos paradigmas negativos. La compañía ecuatoriana Pacari, que exporta sus chocolates a más de 40 mercados, ha instaurado un innovador modelo de comercio directo con más de 4 mil agricultores, donde ellos son responsables de cuidar la biodiversidad y la calidad de los productos, recibiendo por ese compromiso un precio justo y llegando, incluso, a triplicar sus ingresos. Así, han incentivado la conservación y reflorecimiento del 2,5% del banco genético del mejor cacao del mundo. “No sólo queremos crear conciencia en los consumidores y en las industrias, sino generar un cambio radical en la manera de producir y disfrutar del chocolate. Nuestro objetivo es llegar a todo el mundo con una opción sostenible, queremos ser un chocolate democrático”, destaca Santiago Peralta, fundador de la marca que en Chile ha tenido un crecimiento exponencial con opciones que van desde barras, hasta cereales y productos para repostería. De hecho, Pacari es la única compañía chocolatera que cuenta con el sello Demeter Biodynamic Certification, que acredita que los campos de producción de materia prima mantienen un ecosistema auto regenerativo, libre de químicos, pesticidas y fertilizantes; con un balance ecológico entre animales, suelo, plantas y humanos.
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