No es una noticia nueva que la esperanza de vida ha aumentado en la mayoría de los países del mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre el 2000 – 2016 aumentó en cinco años y medio en promedio. Esto ha tenido una repercusión tanto en hombres como mujeres por la preocupación de aplazar las marcas de envejecimiento en la piel el mayor tiempo posible.
Arrugas, manchas, surcos, flacidez son las consecuencias que se dan de forma natural en la piel del rostro con el paso de los años. Para combatir estos rasgos se han utilizando cosméticos, que si bien camuflan en algunos casos, para muchos no es la solución y buscan mejores resultados finales.
Para complementar los cosméticos de forma más efectiva, muchas personas han decidido probar otros métodos más efectivos y duraderos como lo son la aplicación de inyecciones con botox o ácido hialurónico entre los compuestos más conocidos y requeridos por la gente.
De esta manera se ha visto un aumento en la tendencia en los procedimientos no quirúrgicos, según los datos de 2011 de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética se realizaron 3.179.652 intervenciones con botox y 1.937.576 con ácido hialurónico, mientras que según los últimos datos del año 2017, los procedimientos aumentaron por botox a 5.033.693 y ácido hialurónico 3.298.266.
La aplicación de botox disminuye las arrugas de expresión en el rostro, ya que paraliza parcialmente los músculos faciales tratados y provoca que la piel se vea más lisa y con menos arrugas de expresión. Por otro lado, el ácido hialurónico lo que hace es rellenar los surcos de la piel de la cara y dar volumen a las zonas faciales que pierden forma por el envejecimiento. Ambos son procedimientos complementarios, que en su naturaleza de acción son diferentes.
De esta manera las inyecciones de estos fármacos han sido la solución de muchos hombres y mujeres que buscan combatir los rasgos de la vejez. Sin embargo, a pesar de no ser un procedimiento quirúrgico “es muy importante que el procedimiento sea realizado por un médico cirujano, de preferencia con certificación de especialidad en cirugía plástica o dermatología entrenada para esto”, afirma Claudio Thomas, Presidente de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica.
Además, es importante informarse sobre el médico que realizará la intervención. En la web de la Superintendencia de Salud puedes buscar la profesión y especialidad de los prestadores individuales de salud.
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