Es un hecho que los veranos son cada vez más calurosos, junto con episodios de calor extremo -las llamadas olas de calor- que suelen presentarse con mayor frecuencia durante los últimos años. Es en este periodo, además, que los niños y sus familias pasan más horas al aire libre, lo que podría suponer un riesgo para ellos en caso de no tomar los resguardos respectivos.
Los golpes de calor pueden ser un gran problema para ciertos grupos de riesgo, dentro de los cuales están los niños, sobre todo los menores de cinco años, aquellos con obesidad y, especialmente, quienes aún no cumplen un año. “Es necesario tener un cuidado especial con ellos en verano y, en particular, cuando hay olas de calor, ya que sólo podemos estar atentos a su sintomatología sin que ellos puedan comunicarnos si tienen mucho calor o se sienten mal. Saber reconocerlos oportunamente es la única manera para que no sufran síntomas que no sólo pueden ser molestos, sino que peligrosos y potencialmente fatales”, afirma Magdalena Galarce, médica de servicios clínicos y farmacéuticos de Farmacias Ahumada.
Según la Organización Mundial de la Salud, el verse expuesto a temperaturas mayores al promedio pueden comprometer la capacidad del cuerpo humano de regular su temperatura y, junto con ello, dar lugar a múltiples síntomas y patologías, entre las que cabe mencionar los calambres por calor, el agotamiento por calor, los golpes de calor y la hipertermia.
Para Galarce, hay que estar muy alertas si los niños presentan “mareos, vómitos, aumento de la temperatura corporal por sobre los 40 grados, dolor de cabeza o taquicardia, además de evidenciar una piel seca y muy caliente, fatiga y debilidad muscular, cambios en el ánimo -como confusión o irritabilidad-, respiración superficial y rápida, o calambres musculares”.
Para evitar que esto ocurra, es necesario que los niños se mantengan correctamente hidratados y vestirlos de manera acorde a la temperatura ambiente, utilizando ropa ligera y de colores claros. Además, se debe evitar la exposición por tiempos prolongados a temperaturas muy altas o la radiación solar directa, especialmente entre las 10 y 16 horas, aplicar pantallas o protectores solares de factor 50 FPS, mantenerlos en lugares frescos y bien ventilados, y jamás dejarlos solos en lugares cerrados o vehículos, pues todos estos factores elevan el riesgo.
Ahora, si lamentablemente un niño comienza a presentar algunos de los síntomas descritos, es fundamental que los padres o tutores “lleven a los pequeños a lugares frescos, con buena ventilación, dar líquidos, usar compresas frías (no congeladas) en cara, cuello y pecho, y si los síntomas persisten, llevarlos inmediatamente a urgencias”, subraya Galarce.
La doctora advierte que los especialistas son enfáticos en recomendar que no se debe sumergir al menor en agua helada, ni realizar friegas con alcohol, ya que esto podría generar un efecto de shock en su sistema. Por último, “es conveniente trasladarlo a un centro de salud para que los médicos lo evalúen y decidan otras medidas a tomar, en caso de ser necesario. La clave está en siempre estar pendiente de este grupo de riesgo, ya que si este padecimiento se prolonga y no es tratado a tiempo, puede causar hasta la muerte”, recalcó.
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