Asado, anticuchos, empanadas, sopaipillas con pebre, terremotos y la lista sigue. Después de darse un ‘gustito’ en Fiestas Patrias suele generarse la pregunta: ¿Cómo equilibro nuevamente mis hábitos alimenticios?
Para Silvia Saénz, nutricionista de Mondelēz, “retomar una alimentación balanceada requiere seguir incluyendo todos los grupos de alimentos en las cantidades adecuadas ya que, entre más variedad, más aporte de nutrientes se tendrá”. Sin embargo, “durante las primeras semanas post 18 también es necesario tomar medidas directas, como suspender el consumo de alcohol, consumir cereales integrales y adoptar nuevamente hábitos como una actividad física regular, hidratación constante, además de dormir entre 7 y 8 horas diarias”, afirma Sáenz.
Consumo consciente
La nutricionista indica que es fundamental estar “conscientes” de las porciones que se consumen. “Cuando consumimos un alimento, hay que hacerlo de manera consciente. Tomarse el tiempo de identificar lo que se quiere, ingerir una porción adecuada, aprovechar el tiempo para disfrutarlo plenamente sin distracciones y así revisar si se está satisfecho”, señala Sáenz.
Respecto a qué alimentos ingerir, “la revisión de etiquetas es una herramienta clave, porque permite identificar el aporte de nutrientes de los productos y así tomar decisiones más informadas de acuerdo con las necesidades de cada persona”, dice.
Otra variable es que “la alimentación y las emociones están estrechamente relacionadas”. De acuerdo a la especialista, “nuestras emociones nos pueden guiar a elegir cierto alimento. Por ejemplo, podemos buscar algo que nos haga sentir felices o relajados. Y al comerlo se liberan ciertas sustancias en nuestro cuerpo que nos permiten sentir esas emociones”. Igualmente, nuestra alimentación impacta en nuestras emociones “dependiendo de la calidad de la dieta que tengamos, puede influir de manera positiva o negativa en nuestro estado de ánimo”.
En el caso de las personas con ansiedad o estrés, “el patrón alimenticio puede verse afectado, ya sea por consumo en exceso o, al contrario, por pérdida de apetito. Para estos casos, lo recomendable es que la persona tenga un espacio para identificar si realmente tiene hambre”. Asimismo, Sáenz explica que “consumir alimentos sin estar en realidad hambriento, posiblemente nos lleve a comer más de lo que necesitamos”.
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