El teletrabajo es un concepto que venía desarrollándose desde hace varios años, pero que se aceleró con la llegada de la pandemia, dada la obligación de implementarlo para seguir funcionando. Ahora, cuando el covid-19 parece estar en retirada, la mayoría de las empresas se debaten entre mantenerse tal cual, volver a lo que existía antes u optar por un formato híbrido.
Para orientarlas, Francisco Bravo, head of health & benefits para Chile de WTW, despeja ciertas dudas y establece algunas certezas. Lo que sí está claro es que este nuevo modelo llegó para quedarse.
¿Qué ha pasado con la productividad?
Una empresa se mide principalmente por sus resultados, los cuales dependen del rendimiento de sus empleados. En ese sentido, hay cierto consenso respecto a que el teletrabajo no ha disminuido la producción de los colaboradores, sino que la ha mantenido o la ha aumentado. Según la Encuesta de Medidas Laborales por Efecto de Covid-19, realizada por WTW en el 2020, más del 90% de las compañías tuvieron una buena apreciación del trabajo remoto, mientras que más de la mitad indicaron que la productividad se mantuvo sobre el 75% al compararla con un período normal.
¿A qué se debe este buen rendimiento?
Así como la productividad se ha mantenido o ha aumentado, los trabajadores han mejorado su calidad de vida. El formato híbrido les ha permitido no sólo desarrollarse profesionalmente, sino también personalmente. El concepto de “experiencia del empleado” (“employee experience”), asociado a la estrategia de beneficios de una empresa, cobra cada vez más fuerza y termina redundando en un mayor rendimiento, como demuestra un estudio que realizó Microsoft el año pasado, que arrojó que este “engagement” con el colaborador generó un incremento de un 21% en su producción.
¿Sigue siendo importante la presencialidad?
El teletrabajo tiene sus beneficios, como también lo tiene el trabajo en terreno, ya sea en una oficina, en un “cowork” o en otro lugar. Las reuniones presenciales de equipo derivan en generación de ideas e innovación en los procesos, en un ambiente de sinergia que no se da al frente de una pantalla, además de propiciar encuentros informales entre colegas que mejoran el bienestar social y mental. En esta línea, resulta fundamental la flexibilidad que tengan las empresas con sus colaboradores, para que éstos puedan optar entre trabajar desde la casa o en el espacio físico que disponga la compañía.
¿Cómo debe ser un jefe en estos nuevos tiempos?
Un líder actual tiene que ser capaz de entregar herramientas que les permitan a sus colaboradores enfocarse en sus procesos y en su desarrollo, sin estar controlándolos constantemente, sino a través de mediciones por objetivos a mediano y largo plazo. Además, la cabeza de un grupo debe tener habilidades como adaptabilidad y resiliencia, dado el escenario cambiante, como también una capacidad de involucramiento con los empleados que genere mayor empatía. Por último, es fundamental que promueva la autogestión de los equipos, estableciendo límites, pero, a la vez, dando libertades de coordinación, para fomentar el sentido de pertenencia a la organización.
¿No hay marcha atrás?
La calidad de vida que han experimentado las personas gracias al teletrabajo ya no tiene vuelta, dada la flexibilidad para congeniar el ámbito profesional con el personal. Por eso, la tendencia apunta hacia un formato híbrido donde se puedan generar instancias presenciales de conectividad con los equipos, que deben estar bien pensadas -gana terreno el estilo “cowork”- para que ir a la oficina tenga un sentido y un valor agregado. Este cambio de paradigma conlleva una adaptación a nuevas habilidades, rutinas y herramientas, que debe tener una coherencia para que este modelo se instaure de forma positiva.
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