Se estima que las primeras vides llegaron al valle del Cachapoal a mediados del siglo XIX. No obstante, en esa época se creía que éstas pertenecían a la cepa Merlot.
Lo anterior sucedió hasta que en 1994 el ampelógrafo francés, Jean Michel Boursiquot, comprobó que en realidad se trataba de otra variedad francesa que durante mucho tiempo se pensó que estaba extinguida: el Carmenere.
Esa variedad fue una de las más importantes cepas tintas de Burdeos, Francia, hasta que a partir de 1860 fue destruida por la phylloxera, una plaga que afectó las vides europeas a finales del siglo XIX. Posteriormente, el Carmenere no fue replantado y su presencia cayó casi en el olvido.
Su redescubrimiento sorprendió a la industria vitivinícola de todo el mundo y, así, Chile pasó a contar con la mayor superficie de hectáreas plantadas a nivel mundial de Carmenere.
El terroir perfecto
A solo 130 kms al sur de Santiago se encuentra el viñedo de Peumo, que se extiende por el río Cachapoal en terrazas de colinas de la cordillera de la Costa. Es una zona naturalmente protegida, a 170 metros sobre el nivel del mar. Este lugar, es considerado uno de los mejores terroirs para la producción del Carmenere.
Es en este sitio que Concha y Toro comenzó a producir en 2003 Carmín de Peumo, el primer Carmenere ícono del país. Para Marcio Ramírez, hoy su enólogo jefe, este sector es el que mejor expresa las cualidades de esta cepa en Chile debido a las diferentes características que dan como resultado el ecosistema perfecto para el desarrollo de esta cepa.
“En Concha y Toro creemos que Peumo es la cuna, el hogar del Carmenere. El factor climático, lo ha convertido en uno de los lugares más idóneos a nivel mundial para la producción de esta variedad. Se genera un microclima que impide que se produzcan heladas en primavera y que casi no se presenten en invierno, lo que es perfecto para el Carmenere, ya que es una variedad muy delicada a las bajas temperaturas”, explicó Ramírez.
Gracias a lo anterior, y sumado a los cuidadosos procesos de vinificación, se ha logrado obtener un vino elegante, complejo, con capas de grosella negra, tabaco, grato y notas orales, que ha sido ampliamente reconocido por la crítica internacional, obteniendo en tres ocasiones el puntaje más alto en el Wine Advocate.
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